«Mira las aves del campo…»

Estudios BioIglesia: Estudio 3
Este estudio es una adaptación del capítulo 8 del nuevo libro de Christian Schwarz: Cambio de paradigma en la iglesia.
Nos lleva a reflexionar sobre la importancia del movimiento de «iglecrecimiento». ¿Cuál es su aportación principal? ¿Qué relación tiene la estructura de la iglesia con su doctrina y su espiritualidad? ¿Qué tiene que ver ésto con la Reforma del siglo XVI y el Pietismo del siglo XVII?
¿Podemos hablar de una tercera reforma?
Este estudio (como el libro del que proviene) es una lectura algo «densa». Las perspectivas expresadas se amplian considerablemente en el libro, pero esta muestra puede servir para destacar la importancia del iglecrecimiento y del desarrollo natural de la iglesia para el avance del reino de Dios en el mundo.
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Estudios BioIglesia: Estudio 2
Este nuevo estudio de Jonatán Haley plantea dos preguntas principales:
(1) ¿Es nuestra responsabilidad en la multiplicación de congregaciones igual en todas partes del mundo?
(2) ¿Son todas las inversiones que podemos hacer en cuanto al cumplimiento de la Gran Comisión igual de estratégicas?
Para personas e iglesias que quieren ser sabias y fieles a la hora de participar en un amplio abanico de oportunidades alrededor del mundo, las respuestas ofrecidas en este estudio pueden ser sumamente útiles. En contraste con el primer estudio, este no pretende ser exactamente un estudio bíblico, aunque se basa en conclusiones bíblicas.
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Estudios BioIglesia: Estudio 1
¿Puede ser que el principio de la multiplicación tuviera más que ver con el éxito de la iglesia primitiva de lo que a veces pensamos?
Este estudio bíblico realizado por Jonatán Haley, fundador de BioIglesia, descubre en las páginas del Nuevo Testamento unas respuestas interesantes que pueden encaminar nuestras estrategias hoy en día.
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Al ser un ministerio radicado en España, BioIglesia ha tenido un interés especial por la salud y el crecimiento de las iglesias en España. Y aún en España, un país de reconocida resistencia al evangelio, se han podido ver las mismas relaciones entre salud y crecimiento que se vieron a nivel mundial. En nuestros primeros dos años de perfiles de iglesias evangélicas españolas esta relación calidad / cantidad se ha manifestado claramente.
(Nota: Cuando hablamos de «calidad», entendemos «salud integral», no necesariamente el «profesionalismo» tan valorado en las sociedades modernas.)
Cuando seleccionamos iglesias españolas con índices cualitativos superiores a la media en el promedio de las ocho características, el índice de crecimiento numérico en los últimos 5 años resultó ser notablemente mayor que el de las iglesias con un índice cualitativo por debajo de la media.
El mismo patrón se observó nuevamente cuando se dividieron las iglesias perfiladas hasta la fecha en cuatro grupos según su grado de salud en nuestro perfil: iglesias de calidad baja, media, alta e «hipótesis 65». (Concretamente, las cuatro agrupaciones fueron iglesias con un promedio en las ocho características inferior a 40, entre 40 y 60, superior a 60 e «hipótesis 65». La «hipótesis 65» observa que, hasta la fecha, ninguna iglesia en todo el mundo que supere el valor de 65 en cada una de las 8 características cualitativas deja de ser una iglesia que crece notablemente.)
Para poder comparar los grupos se usó un cálculo al que le dimos el nombre de «potencial de crecimiento». Este valor representa lo que las iglesias en cada agrupación crecieron por cada 25 asistentes adultos a los cultos en los últimos 5 años. Los resultados fueron interesantísimos. Casi de manera escalonada, cuanto mayor era el grado de salud del conjunto de las iglesias en cuestión, mayor era su crecimiento numérico.
Al ver estas tendencias, es importante hacer dos matizaciones.
Primero. No podemos decir que «matemáticamente» cuando una iglesia goce de cierto nivel en el perfil tendrá cierto grado predecible de crecimiento numérico. ¡Eso sería reducir el crecimiento de la iglesia a meras estadísticas y quitarle la soberanía salvadora al Señor! Además, cada uno de estos conjuntos está compuesto de muchas iglesias, y cada una de ellas tiene un desarrollo cualitativo particular y un comportamiento de crecimiento diferente. Claro está, aún dicho esto, que las características de los grupos reflejan las tendencias de las iglesias que los forman.
Segundo. Tampoco podemos afirmar que una iglesia en crecimiento es siempre una iglesia buena. Lo dicho en cuanto al estudio internacional también tiene validez para España: «No todas las iglesias en crecimiento pueden ser consideradas «buenas iglesias», pero casi todas las iglesias con una calidad por encima de la media experimentan un crecimiento numérico» (DNI, 21). La prueba de esto para España se ve en una relación entre calidad y crecimiento. Cuando se comparan iglesias españolas con promedios superiores a 56 con aquellas con promedios inferiores a 45 (valores medios de iglesias de calidad alta y baja), surge una distribución interesante en relación al crecimiento de las mismas.
El patrón es clarísimo. En la última decada, por regla general, el Señor ha dado mayor crecimiento numérico en España a aquellas iglesias que han desarrollado un vida de iglesia de calidad superior.
© 2001 Jonatán Haley, BioIglesia
La diferencia cualitativa entre iglesias que crecen y aquellas que no crecen: La encuesta en más de 1000 iglesias en los cinco continentes mostró que las iglesias en crecimiento tienen, en el promedio de todos los ocho aspectos clave, un índice cualitativo superior a las iglesias en vías de reducción.
El punto crucial de este estudio es que no hay ningún factor que individualmente conduzca al crecimiento de la iglesia. El iglecrecimiento se produce por la acción conjunta de los ocho elementos. Ninguna iglesia que busque su crecimiento cualitativo y cuantitativo debe permitirse prescindir de alguna de las ocho características cualitativas.
(Texto y gráfico, DNI, 38 y 39.)
Algunos aspectos de la literatura sobre iglecrecimiento pueden resultar confusos. Se nos ofrecen gran cantidad de programas, muchos de los cuales parecen afirmar: «Si hace como nosotros, alcanzará el mismo éxito.» Lo malo es que muchos de estos criterios se contradicen entre sí. Unos abogan por la creación de «megaiglesias» como el medio más eficaz para extender el evangelio, otros sitúan el tamaño óptimo de la iglesia casi a nivel de grupos pequeños; unos consideran que el secreto del éxito está en dirigir los cultos hacia los no creyentes, otros piensan que el objetivo de los cultos debe ser exclusivamente la adoración; unos piensan que para hacer crecer la iglesia se deben incluir estrategias de marketing, otros han conseguido ver crecer su iglesia sin haber oído jamás la palabra «marketing».
Tengo la impresión de que el principal problema reside en que hasta la fecha no se ha diferenciado con claridad entre «modelos» (criterios por medio de los cuales alguna iglesia, en algún lugar del mundo, ha conseguido resultados positivos) y «principios» (criterios válidos para cualquier iglesia en cualquier parte del mundo). En consecuencia hay muchos «modelos» que afirman ser válidos universalmente y muchos «principios», cuya validez universal es demostrable, que son considerados meros modelos.
En la ilustración de la derecha podemos ver dónde reside la diferencia entre ambos enfoques. El enfoque según modelo es el intento de aplicar a nuestra propia situación el programa de una iglesia que ha tenido éxito (en la mayoría de los casos una megaiglesia). Este planteamiento resulta fascinante porque lo que tanto se anhela para la propia iglesia ya está en funcionamiento en la iglesia modelo.
El enfoque según principios es diferente, aunque también parte de lo mucho que se puede aprender de los modelos que han tenido éxito en la práctica. Sin embargo, en lugar de limitarse a un modelo, examina cientos de «iglesias modelo», tanto grandes como pequeñas, para descubrir aquellos elementos que puedan considerarse de validez universal para cualquier iglesia y aquellos otros que, aun siendo interesantes, no pueden aplicarse de modo general a todas las iglesias. Los principios obtenidos mediante la abstracción, esto es, despojando a los modelos de sus características culturales y locales, se individualizan para la situación específica de una iglesia en concreto. Este binomio abstracción/individualización resulta mucho menos atractivo para algunos que la simple imitación (escala 1:1) de una iglesia de éxito reconocido.
El desarrollo natural de la iglesia está basado en el enfoque según principios. Aunque no sea erróneo inspirarse en las iglesias modelo, si queremos ir más allá de la mera transmisión de entusiasmo, si queremos transferir elementos reproducibles, debemos descubrir los elementos que son válidos universalmente para la formación de cualquier tipo de iglesia.
(Texto y gráfico, DNI, 16 y 17)
¿Cuál diría que es el error más frecuente de las iglesias que intentan trabajar según los principios del desarrollo natural de la iglesia?
El error más frecuente es, probablemente, confundir “el hablar” sobre los principios del desarrollo natural de la iglesia con practicarlos. Confundir la lectura de un libro con los pasos concretos para su consecución; confundir la realización de una encuesta de iglesia con trabajar según sus consecuencias prácticas. Los principios del desarrollo natural de la iglesia no se llevan a cabo porque hablemos de ellos en reuniones de iglesia o incluso en los sermones. Lo que es crucial es el proceso largo, a menudo difícil e incluso conflictivo, de ponerlos en práctica paso a paso.
Otro error frecuente consiste en escoger ciertas partes del desarrollo natural de la iglesia tales como aspectos parciales del “ministerio según dones” o del “evangelismo según las necesidades”, ignorando al mismo tiempo que nos encontramos ante un sistema integral en el cual todas y cada una de las partes necesitan trabajar juntas.
Tercero, a menudo observamos que las iglesias se deciden a encarar el problema más insignificante con gran diligencia pero empleando en él un arsenal de métodos tecnocráticos o espiritualistas. En muchos casos las iglesias intentan integrar ciertas técnicas del desarrollo natural de la iglesia dentro de un marco teológico que no es compatible con este enfoque. (DNIP, 208)
Sus principios tienen sentido pero no entendemos bien la terminología. ¿No se podría expresar todo el concepto en un lenguaje más popular?
Sí, debería ser así. Yo animo a las iglesias a que traduzcan los términos a un lenguaje más ilustrativo que se adapte a su tradición cultural y espiritual. Así el termino “espiritualidad ferviente” ya se ha convertido en “gozo en Jesús”, “estar lleno del Espíritu Santo” o “total rendición ante el Señor”. Esta terminología se adapta mejor al nivel de predicación y de consejo que el término abstracto de “espiritualidad ferviente”. Sin embargo los términos populares que una iglesia acuña no se adaptan a la situación de otras iglesias. El trabajo de interpretación y transmisión debe ser realizado por cada una de las iglesias. Cuanto menos abstracto es un término, mejor se comunica, pero también es menor su capacidad de servir como símbolo por la diversidad de las posibles traducciones. Cuando te enfrentas con principios generalmente aplicables, suele suceder que los términos se hagan más abstractos. (DNIP, 211)
¿Es realmente espiritual querer analizar el crecimiento de la iglesia con métodos estadísticos?
La razón principal por la cual muchos de nosotros consideramos este enfoque poco espiritual y sospechoso parece ser el hecho de que no estamos familiarizados con estos métodos. La mayoría de la gente tiene tendencia a juzgar cualquier cosa extraña de manera negativa, al menos, en el primer momento. Los no creyentes pueden reaccionar con palabras tales como “No me gusta” mientras que los creyentes suelen responder con “Esto no es espiritual.” Pasé por una experiencia similar en mi manera de ver las encuestas a las iglesias. Sólo cambié de idea cuando vi el fruto de este trabajo.
¿Cómo nos ayudan los métodos estadísticos? Generalmente agudizando nuestra percepción de lo normal, previniéndonos para que no confundamos excepciones con reglas. Nuestra investigación muestra como el iglecrecimiento actúa como regla mientras que alguna literatura que versa sobre este tema tiende a dar más importancia a las excepciones. Ambos enfoques son legítimos pero no consiguen el mismo beneficio espiritual. Un problema importante es que muchos cristianos que se identifican con modelos de pensamiento espiritualistas conceden más significado espiritual a las excepciones que a las reglas mismas. Déjeme ilustrar esto con un ejemplo que no procede del ámbito de la iglesia. Las investigaciones médicas han establecido que fumar es perjudicial para la salud y disminuye la esperanza de vida. Pero usted puede contradecir la evidencia y decir: “Pero mi tío José fumaba diariamente y vivió hasta los 94″. ¿Tu historia refuta los descubrimientos médicos estadísticos? No, la mención del tío José representa una excepción a la regla. El hecho es: ¿Qué afirmación es más importante, útil y relevante para la gente, que la mayoría de los fumadores mueren antes o que el tío José llegó a los 94 años? La primera afirmación podría llevarnos a pensar: “Es mejor no fumar”, pero la segunda en realidad nos animaría a hacerlo despreocupadamente. Este ejemplo demuestra lo peligroso que puede resultar reemplazar una afirmación estadística sobre lo que normalmente es verdad por un comentario sobre experiencias aisladas.
Esto también se puede aplicar al crecimiento de la iglesia. Aunque hay excepciones – iglesias que crecen sin aplicar los principios del desarrollo natural de la iglesia – sería devastador convertirlas en modelo estándar. El enfoque estadístico nos ayuda a distinguir cuidadosamente entre los casos aislados y los principios generalmente relevantes. No entiendo por qué algunos consideran este enfoque menos espiritual que extender comentarios del tipo “Mi tío José”. (DNIP, 211-212)