Casi todas las voces críticas pueden ser asignadas a una de estas tres categorías:
(1) Muchos críticos no están en contra de lo que dicen los libros sino que critican precisamente lo que no encuentran en algún libro. Más del 90% de las puntualizaciones que he leído en las críticas de los libros pertenecen a esta categoría. Por ejemplo, algunos han considerado un fallo que el desarrollo natural de la iglesia no hable lo suficiente de los fundamentos teológicos bíblicos del enfoque biótico, que la metodología científica de nuestro estudio no esté suficientemente descrita y que se quede corta en la aplicación práctica para las iglesias locales. Estas críticas casi siempre tienen razón. Es verdad que cada uno de los libros no abarca todo lo que debería decirse sobre un tema. Muy a menudo los aspectos echados en falta en un libro son tratados ampliamente en otro apartado del desarrollo natural de la iglesia. Nuestros materiales de trabajo se han organizado como un sistema orgánico y cada libro es sólo un módulo en construcción. Si cada módulo tratase todos los temas, dejaría de ser un sistema. Por otra parte si cada módulo no incluyese la perspectiva integral al menos de forma seminal, el sistema dejaría de ser orgánico.
(2) La segunda categoría de críticas tiene que ver con la gran dificultad de los paradigmas para comunicarse entre sí. Una y otra vez oigo que el desarrollo natural de la iglesia no es más que un programa bastante tecnocrático. Otros se quejan de que el enfoque biótico es una vaga renuncia al trabajo estratégico, programático y orientado a objetivos. Si observamos el desarrollo natural de la iglesia a través de los ojos de un espiritualista o un tecnócrata, estas evaluaciones contrastivas cobran sentido.
(3) La tercera categoría es de naturaleza muy diferente. Consiste en las voces críticas de las personas que están comprometidas con el desarrollo natural de la iglesia y en el proceso de llevarlo a cabo se han encontrado ciertos problemas, lo que les ha llevado a hacer mejoras, correcciones y revisiones. Esta es la fuente crítica de la que más aprendemos. Yo diría que es, junto con los textos bíblicos y las investigaciones empíricas, la fuente más importante de información de nuestros materiales de trabajo. (DNIP, 233)