Como hemos mencionado, las ocho características no representan una lista mágica de atributos. Sin embargo, afirmamos que la acción conjunta de estos ocho factores genera salud integral en una iglesia porque libera de forma natural el potencial inherente que Dios ha puesto en la iglesia.
Los organismos vivos funcionan según sus propios principios. Estos principios de vida (griego: bios), cuando se les permite funcionar, son responsables del desarrollo natural o “automático” del organismo. La iglesia también es un “organismo” que funciona según sus propios principios. El problema es que a veces imponemos principios y procedimientos de creación humana que luchan en contra de los principios que corresponden a la naturaleza de la iglesia. El resultado es que la iglesia no puede alcanzar su cometido espiritual por sufrir ataduras ajenas a su esencia.
Es por eso que el Instituto ha profundizado en los siguientes principios “bióticos” (naturales / orgánicos). Si se quiere, son el “secreto” de las 8 características, porque representan lo que da la posibilidad de que estas características alcancen un alto grado de desarrollo. Por decirlo de otra manera: cuando las 8 áreas funcionan de una manera biótica, la iglesia se desarrolla de una manera natural.
“El secreto de las ocho características cualitativas no radica en los sustantivos (‘liderazgo’, ‘ministerios’, ‘espiritualidad’, etc.), sino en los adjetivos (‘capacitador’, ‘según dones’, ‘ferviente’, etc.) Mientras que lo que se halla oculto tras los sustantivos se da en casi todas las iglesias, el secreto de las iglesias con alto índice cualitativo consiste en lograr liberar en todas las áreas automatismos de crecimiento divinos. Y, ¿de qué modo se logra? No de otra manera que a través de la aplicación (consciente o inconsciente) de los principios bióticos.” (DNI, 78)
1. Interdependencia
Los elementos individuales se relacionan entre sí dentro de un sistema más grande.
“El modo en que las partes individuales están integradas en el todo es más importante que las mismas partes individuales. Lo sepa o no la iglesia, este principio es fundamental para cualquier forma de crecimiento de la misma. La iglesia de Jesucristo es un complejo organismo en el que todos los segmentos están relacionados entre sí según el plan de Dios. …Si influenciamos un elemento individual, esto tiene simultáneamente consecuencias para todas las otras partes…” (DNI, 66)
2. Multiplicación
Los organismos sanos no crecen sin límites, sino que se reproducen.
“El principio de la multiplicación afecta a todas las áreas de la iglesia. Así como el fruto definitivo de un manzano no es una manzana, sino otro manzano; el fruto definitivo de un grupo no es sólo un creyente, sino otro grupo; el fruto definitivo de una congregación no es un nuevo grupo, sino una nueva iglesia; el fruto definitivo de un líder no es un seguidor, sino nuevos dirigentes; el fruto definitivo de un evangelista no es una conversión, sino nuevos evangelistas. Donde se entiende y aplica este principio los efectos son inmensos – y esto se puede constatar empíricamente.” (DNI, 68)
3. Productividad
Cada ministerio debería producir “fruto” en consonancia con el fin para el que fue creado.
“En el marco del desarrollo natural de la iglesia, hacemos una pregunta respecto al fruto a dos niveles. Por un lado referente a la calidad: ¿Cómo se desarrolla el índice cualitativo en las ocho áreas? Por otro lado referente a la cantidad: ¿Crece o se multiplica la congregación? Es de señalar que las iglesias con un índice cualitativo bajo generalmente ni siquiera se hacen esta pregunta. Este tipo de ‘control de éxito’ es importante para que nuestra orientación según principios sea protegida de un mal uso ideológico. …Un buen modo de saber si nuestro trabajo está en consonancia con estos principios (o si sólo lo suponemos), consiste en examinar periódicamente el ‘fruto’ visible.” (DNI, 76-77)
4. Simbiosis
Los diferentes ministerios fomentan una relación de cooperación tal que el beneficio mutuo es mayor del que hubiera sido por separado.
“En vez de producir ‘colaboradores clónicos’, la iglesia debería animar a poner en juego los distintos dones y tipos de personalidad, para que se beneficiasen mutuamente. El resultado típico de una forma de trabajar simbiótica es que las necesidades individuales de cada creyente (‘¿Qué me gusta?’) y las de la iglesia (‘¿Qué beneficia su crecimiento?’) van unidas, en vez de rivalizar entre sí. De cualquier manera, es muy significativo que las iglesias de alto índice cualitativo apliquen este principio con más consistencia que otras. (DNI, 74-75)
5. Sostenibilidad
Los recursos utilizados, además de servir a su propósito principal, deberán también incrementar la cantidad de recursos existentes.
“Una buena ilustración que revela lo que se oculta tras este principio, nos la ofrece el principio de “coliderazgo”, del que las iglesias con índice cualitativo alto hacen más uso que otras. Estas iglesias no tienen por una parte un líder que invierte sus energías exclusivamente en el liderazgo y por otra programas de capacitación de nuevos líderes. La propia participación en el liderazgo es la mejor formación que pueden ofrecer. La energía aplicada una vez tiene un uso múltiple, y beneficia al reclutamiento de nuevos líderes.” (DNI, 72)
6. Transformación de la energía
La energía ya en movimiento, sea positiva o negativa, se puede redirigir para servir a los propósitos de Dios.
“El entendimiento de este principio tiene amplias consecuencias – hasta en como sobrellevar las crisis y desgracias. No opta por una postura pasiva bajo los golpes (‘Dios así lo quiere’), ni tozuda (‘Esto viene del diablo’), sino que con capacidad reflexiva uno se pregunta: ¿Cómo puedo usar todas estas circunstancias, de manera que sean ventajosas para el Reino de Dios? Esta es una forma muy creativa – incluso bíblica – de plantear el problema. ‘Y sabemos que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien’, dice la promesa bíblica (Romanos 8:28).” (DNI, 70)